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miércoles, 3 de julio de 2019

ESCENA DE NOVELA NEGRA EN UNA ESQUINA TRADICIONAL


Escena de novela negra. Eso es lo que sugiere esta imagen de la esquina de Avenida Garay y Paseo Colón. Aunque la escena también podría  ser la de tres jóvenes que marchan alegremente hacia una noche feliz. El lugar no tiene nada de histórico ni han  ocurrido sucesos clave en la historia de la Ciudad de Buenos Aires. Podría ser solo una cuesta, igual que otras que tiene la barranca que  - en otro tiempo – daba con el Río de la Plata. Sin embargo, ciertas casualidades han dejado su impronta en esta esquina. Por ejemplo, el mural  Educación o Esclavitud.

A cien metros del  Parque Lezama, este lugar podría ser uno más de paso. En los registros urbanos solo apareció en la prensa en junio de 1966, cuando se incendió el enorme depósito del servicio oficial de Correo de Argentina,  que dependía de la Secretaría de Comunicaciones del gobierno nacional. El predio ocupaba toda la manzana de  Av. Garay, Balcarce, Brasil y Paseo Colón. Desde ese tiempo hasta hoy, solo fue ocupado parcialmente por la Dirección Antártica del Ejército argentino. un  sitio al que nadie le presta atención,  pero que en su interior alberga el Museo  de las Actividades Antárticas “Gral Hernán Pujato”. Un lugar donde se pueden ver todo tipo de artefactos, aparejos, instrumentos y medios de movilidad que se usaron en las distintas campañas antárticas terrestres de Argentina.
Otros seguramente recuerden esta esquina porque es “la esquina del mural. Una obra que sin duda ven a través del autobús, cuando gira desde Paseo Colón, para tomar la Av. Garay en dirección a la Plaza Constitución, el principal centro ferroviario del sur de la ciudad.  Pero esa “esquina del mural”, es la que contiene en uno de sus muros, una de las principales obras del muralismo argentino. A través de este enlace, pueden acceder a una nota en este mismo blog, que  publiqué en  2015, y que se titula MURALISMO EN BUENOS AIRES.


La obra fue realizada por El Taller Muralista de la Unión de Trabajadores de la Educación. Se titula “Educación o Esclavitud” y tiene unos 300 metros cuadrados. No es posible circular por esta esquina sin ver sus imágenes, que representan a un grupo de maestros enfrentando a las fuerzas de represión que persiguen el reclamo popular.  El tema – en un país como argentina – es atemporal,  puesto que la metodología de la represión,  como sistema de solución de problemas, sigue siendo tan vigente como a finales del siglo XIX. La calidad de la obra  desde el punto de vista artístico ha sido remarcada por los expertos. Pero a simple vista, también se puede observar que el nivel técnico del trabajo es de primera. Ha sobrevivido a la lluvia, la humedad y la desidia de todos los gobiernos desde junio del 2001 (cuando se realizó)  hasta ahora sin ningún mantenimiento.  
Hoy la esquina va a sumar un  nuevo vecino ilustre, la sede central del Banco Santander Rio. Es el edificio vidriado e iluminado  que se ve al fondo de la foto. Como se puede deducir, los arquitectos no se han esmerado mucho en el diseño. Pero sin duda, esa central de operaciones traerá un importante movimiento. Este ya no será de paso. Unos vendrán por trámites y otros se sumarán a sus trabajos. Igual  que los empleados de la Administración Nacional de Aviación Civil, que se encuentra a escasos 30 metros.
Pero por las noches, la esquina es una cuesta que da  para la imaginación. En ese silencio suenan las voces de antaño, los de la cuesta de la Barranca de la Punta Catalina, que era  como se llamaba en tiempos de la fundación de la ciudad, a este extremo, cuyo punto más alto tiene hoy al Parque Lezama.

miércoles, 17 de octubre de 2018

MURALES A LA CARTA


Cuando en 1812 Juan Bautista de Elorriaga construyó esta casa de dos plantas a cien metros de la Plaza de Mayo de Buenos Aires, no pensó que, dos siglos después, sus paredes se iban a convertir en el “lienzo” propicio para artistas especializados en el arte callejero o el Street Art. La esquina de la calles Defensa y Alsina ha tomado por estos días el color de los lugares sorpresa. En períodos variables, las paredes de lo que se conoce como Altos de Elorriaga muestran  diferentes expresiones del arte mural que crece en forma sostenida desde hace unos años en la ciudad.  Hoy  la casa forma parte del acervo turístico de la ciudad. Es la casa más antigua que se encuentra en pie y además se puede recorrer en visitas concertadas con la Oficina de Turismo porteño.  




La casa ha sobrevivido a pesar de todo, como la mayor parte del patrimonio cultural de Buenos Aires. En la primera década de este siglo su estado era verdaderamente ruinoso, a punto de derrumbarse. En final de la década de 1980 fueron sus últimos años de actividad comercial en  la planta baja. La parte alta de la vivienda estaba fuera de uso desde mucho tiempo antes. Y hasta 1950 se puede decir que mantenía cierta prestancia. Luego fue subocupada o mal ocupada por comerciantes eventuales que nada hicieron por sostener una edificación de mucho riesgo como es esta.
Poca información hay sobre la casa y alguna especulación respecto del arquitecto que la construyó. Se piensa que fue Saturnino Segurola, hermano de Leocadia Segurola,  esposa de Elorriaga. Una calle de Buenos Aires lleva el nombre de este sacerdote que fue director de la Biblioteca Nacional e impulsor de la vacunación antivariólica. Se afirma que la construcción se completó  en 1820 y Elorriaga vivió unos pocos años más, quedando la propiedad en manos de los Segurola.



Desde 1970 forma parte del patrimonio del Museo de la Ciudad, cuya sede principal están en la acera de enfrente en la misma esquina. Es un conjunto de edificios formado por la Casa de los Altos de la Estrella (construida en 1894) y la Casa de los Querubines (construida en 1895).
La esquina tuvo muchos usos, sobre todo en el aspecto comercial, pero nunca fue el centro de atracción por alguna manifestación cultural y mucho menos artística. La aparición de estas expresiones en sus paredes empieza a sentirse como algo natural entre los miles de trabajadores que circulan por la zona, especialmente a los funcionarios del máximo organismo impositivo argentino (AFIP) desde cuyas ventanas se ven toda la casa y sus murales renovables.



Las expresiones de arte callejero en este caso, reafirman la expansión de estas manifestaciones en la ciudad, que vienen creciendo de manera sostenida en producciones de alta calidad. Todo esto contribuye a reafirmar el crecimiento del muralismo argentino, cuyos orígenes se encuentran un siglo atrás con las obras de Jorge E. Spilimbergo, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Fernado Fader, Benito Quinquela Martín o Ricardo Carpani, entre otros.
Sobre el muralismo en la ciudad de Buenos Aires pueden consultar las notas de este mismo blog:
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También pueden ver en Flickr  otras producciones fotográficas de murales de Buenos Aires. 

// Muralismo en Buenos Aires 

// Educación o Esclavitud

// Ilusiones entre sueños

// Calle Lanín. Arte y Vida Cotidiana 

viernes, 23 de octubre de 2015

MURALISMO EN BUENOS AIRES


Buenos Aires no es una ciudad que se caracterice por el muralismo. Pero desde hace unos años, los murales, el graffiti  y al arte callejero o “street art”, han encontrado espacio y estimación entre sus habitantes. Nuevos creadores se han incorporado, ganado espacio en  una ciudad que combina el arte con su mejor tradición arquitectónica. Aquí una vista general de este fenómeno, pasando por los murales del Subterráneo de Buenos Aires, las Galerías Pacífico, la Galería Santa Fe, el muralismo combativo de Ricardo Carpani y el Grupo Espartaco o la temática social en el arte mural de Quinquela Martín en La Boca. 

Galería de imágenes en este enlace a Flickr

 


Mural de Martín Ron y Nase en la esquina de Scalabrini Ortiz y Soler del barrio de Palermo, en Buenos Aires
El efecto sobre el espectador, la interacción de la obra con su entorno, las posibles reacciones de los observadores y otras preocupaciones por el estilo, han marcado desde siempre la obra de los artistas. En ese contexto, el mural es una disciplina que busca dejar el caballete, el taller y sus paredes, la galería y sus focos, para instalarse en medio del espacio público.

En la ciudad de Buenos Aires, en el comienzo de las expresiones artísticas murales, ese espacio público estuvo restringido a las iglesias. Luego le siguieron las cúpulas de los grandes teatros o cines, las entradas y vestíbulos de los edificios, las galerías comerciales y especialmente las nuevas estaciones del transporte subterráneo. Más tarde, el mural empezó a tener un lugar destacado en las paredes de las calles o en las alturas de las medianeras de los edificios. Al final, la fachada de muchas casas son decoradas con murales temáticos o expresiones libres. Así, Buenos Aires, que no es una ciudad con la tradición muralista de México – por ejemplo – está teniendo una progresión significativa de esta manifestación artística. Al mismo tiempo, junto a ese impulso, se produce una revalorización de los murales existentes y que por diversas razones fueron condenados al olvido.  

viernes, 2 de octubre de 2015

“HOMENAJE A BUENOS AIRES”, Mural de Guillermo Roux.



“Homenaje a Buenos Aires” es el nombre que Guillermo Roux le dio al mural que realizó en el hall central del edificio que perteneció al Banco de Boston, en la zona de las Catalinas Norte en el centro de la ciudad de Buenos Aires. La obra es una alegoría al sincretismo cultural producido en la ciudad a fines del siglo XIX y comienzos del XX, donde las mezclas entre lo autóctono y la inmigración dieron nacimiento al tango.




Todo empezó en medio de la mayor crisis económica, política y social de Argentina. Algo similar a la que ya había tenido este país en 1890. Pero en el 2001 fue peor aún. Ese año la Fundación Banco de Boston (ahora banco ICBC) hizo una convocatoria para la realización de un mural en el hall central del edificio de la calle Della Paolera 265, sede de la institución. La idea de la propuesta artística había sido sugerida por el arquitecto César Pelli, diseñador y constructor de la torre situada en la zona de Catalinas Norte, contigua a la Avenida Leandro N. Alem, y que se la conoce popularmente como la “Torre Bank Boston”.

El ganador del concurso fue Guillermo Roux, uno de los artistas argentino más reconocidos en el ámbito nacional e internacional. Roux se ubicó en el conocimiento del gran público al obtener el Gran Premio Internacional de la XIII Bienal de San Pablo en 1975. Luego siguió una amplia y variada trayectoria en diferentes países. En el año 2007 la ciudad de Buenos Aires lo reconoció con el título de “Ciudadano Ilustre de la Ciudad”.   Y hace menos de dos años, expuso veintiuna obras suyas en la estación de subterráneos San José de Flores. Fue un homenaje de la empresa – en ocasión de la inauguración de la nueva estación – al artista que nació en ese barrio el 17 de septiembre de 1929. Su nombre siempre se cuenta entre los grandes artistas argentinos.