En la ciudad de Buenos Aires están tres de las mejores obras de Antoine Bourdelles: Herakles arquero, Centauro Herido y el Monumento al General Alvear. A esta última, el autor la considera su obra maestra en el arte monumental. Las otras, son expresiones de momentos contrapuestos en su proceso creativo. Herakles arquero es la obra más famosa de Bourdelles. Terminada en 1909, se hicieron 10 copias del original con destino a diversas ciudades como Nueva York, Dallas, Toulouse o París. La imagen se llegó a reproducir hasta en los cuadernos escolares de los niños.
Herakles Arquero |
La imagen potente se percibe en su magnitud ni bien el observador se colocar a corta
distancia. No tiene un tamaño monumental como podría imaginarse. Esta figura de
Hércules es una escultura de bronce hueco hecha a la cera perdida. Tiene una
altura de apenas 2,40 metros, una longitud de 2,30 metros y una profundidad de
1,32 metros. Pero sus particularidades estilísticas generan la imagen de un
volumen extenso de mayor magnitud. Pesa 500 kilos y está ubicada en la plaza
Dante, sobre la Av. Pueyrredón, entre las avenidas Libertador y Figueroa
Alcorta, muy cerca del Museo Nacional de Bellas Artes.
Mucho se insiste sobre el padrinazgo del escultor Auguste
Rodín sobre Bourdelles. Es cierto que fue su discípulo. Estudió con él entre
1896 y 1904. Luego trabajaron juntos varios años más. Pero Antoine Bourdelles
desarrolló un estilo propio y de ruptura con el sentido romántico de Rodín.
Según diversas fuentes de la crítica, Bourdelles establece con el Herakles
arquero, una bisagra en la escultura del siglo XX. Su importancia
radica en la integración de las líneas planas
y los vacíos que envuelven, para generar una idea de volumen de magnitudes
mayores a las que son en la realidad. Es el paso obligado del arte de fines del
siglo XIX a la modernidad de la primera mitad del siglo XX.