Las horas del invierno dan sus últimas batallas del año. Se resisten rabiosamente a dejar el escenario y pelean palmo a palmo cada centímetro del centro del día y la periferia de la noche.
La primavera aún es tímida en los primeros momentos de su tiempo. El día de su nacimiento anual no se animó a la presentación. Y el invierno invadió las horas de la mañana y la noche del pasado 21 de septiembre.
Esta primavera meridional ha sido tìmida en el combate. Y el invierno ha redoblado la apuesta al día siguiente, largando un aguacero de enjundia para mantener la temperatura bajo mínimos y el cielo gris plomizo como si su presencia estuviera asegurada hasta la eternidad.
Pero las flores no se han amilanado. Las plantas han puesto sus mejores brotes a disposición. Por la tarde del día 23 de septiembre, el sol ha puesto el combate donde debe estar.
Las nubes y la llovizna se han marcado en retirada. Las flores han recuperado brillo y se han puesto en el centro de un cetro todavìa armado de ocres, amarillos y hojas secas.
Mañana volverá a amanecer. Y es de esperar que la primavera pierda su rigidez y se lance por las horas de la mañana con velocidad suficiente para llegar con mayor alegría hacia la noche.
Solo es cuestión de esperar. Y confiar en la fuerza de las plantas y las flores.
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Imagen El Jinete imaginario
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