martes, 29 de agosto de 2017

LIBRERÍA EL ATENEO – GRAND SPLENDID

Es uno de los puntos clave del recorrido cultural turístico de la ciudad de Buenos Aires. Está considerada una de las 10 librerías más importantes del mundo por su esplendor arquitectónico.  El espacio del antiguo cine-teatro Grand Splendid, construido en 1919, fue transformado en librería 81 años más tarde. Desde el año 2000 funciona en su interior la librería El Ateneo, una firma de gran prestigio en el mundo editorial argentino, que inició su actividad comercial en 1912. Al comienzo de este siglo, pasó a formar parte del conglomerado editorial Yenny. Está ubicada en la Avenida Santa Fe 1860, barrio de Recoleta, pleno centro norte de la ciudad.  



La fachada y el portal le dan un sentido general de magnificencia. Pero su ingreso inmediato, salvo por una columnas de mármol y unas escaleras laterales, no revelan demasiado sobre su verdadero interior. En lo que era el vestíbulo del cine-teatro Grand Splendid, hoy se ubican las mesas con las novedades editoriales que semanalmente se renuevan en la librería El Ateneo. A cada lado, de ese espacio, de unos 100 metros cuadrados, donde antiguamente se ubicaban las boleterías, están los estantes con las colecciones de libros de bolsillo y un pequeño mostrador de información. Una vez que se traspasa este lugar, cuyo techo no supera los tres metros, el visitante se enfrenta al mayor espectáculo de libros que se pueda imaginar.

La enorme sala con tres niveles de balcones y palcos impactan a todo aquel que no fue advertido de las características de esta librería, que conserva toda la estructura del  antigua recinto de espectáculos, incluidos el escenario, el telón de terciopelo y el mural en la cúpula del techo.  Luego de la sorpresa, entonces los visitantes tomarán nota que el espacio del patio de butacas está ahora lleno de escaparates, de no más de metro y medio, con libros de toda clase. Y al levantar la vista, en un recorrido de 180 grados, verá las barandas de los balcones con detalles de herrería labrada que engalanan el recorrido, como así también el armado en escayola que decoran la base de los palcos, con formas de concha. En cuanto ascienda a los pisos superiores, no podrá dejar de mirar con atención los detalles de las lámparas que iluminan esos balcones donde anteriormente estaban las butacas.

Las cifras de visitantes son variables según los meses del año, incrementándose notablemente en tiempos de vacaciones veraniegas o escolares invernales. Pero hay un número estándar  que se ubica entre las 3.000 y 3.500 personas por día. El sitio tiene un gran reconocimiento internacional, por lo que es lugar de visita obligada para el turismo. Las ventas de libros, según una estadística que difundió la propia empresa en el año 2008, superan  los 700.000 ejemplares por año. Se entiende que estas cifras – siderales si se las compara con cualquier librería – varían de acuerdo a los períodos económicos cambiantes de Argentina. Pero, en todo caso, deben servir de indicativo de la magnitud del lugar.


Un poco de historia.

El edificio es una construcción del primer cuarto del siglo pasado. Fue inaugurado en mayo de 1919, pero su construcción comenzó dos años antes. “Max” decidió construir una gran edificio para instalar un nuevo teatro sobre los cimiento de lo que había sido el Teatro Nacional Norte. “Max” era el apodo con el que todos conocían al empresario de origen austríaco Mordechai David Glücksman, uno de los tantos inmigrantes llegados el Río de la Plata a finales del siglo IX y principios del XX. A ese nuevo teatro lo llamó Grand Splendid.

El edificio tiene 10 plantas que, por supuesto, no ocupó el teatro. Pero tal como era el modelo de negocios de la época, Glücksman pensó en aprovechar la inversión para hacer departamentos para renta. Esa era una forma de rentabilizar o autofinanciarse el deseo de tener un teatro propio. Como era también la costumbre de la época, el trabajo se dividía en diseño y construcción. Eso puede verse en los registros de las fachadas de todos los edificios construidos en esa época a lo largo de la Avenida Santa Fe. En concreto, la primera parte (diseño) les correspondió al estudio de arquitecto Peró y Torres Armengol y la construcción estuvo a cargo de los arquitectos Pizony y Falcope. Lo más destacable de esta construcción, en su aspecto exterior, son los forzudos que sostienen los balcones de la tercera planta, la línea central de balcones y el arco que está a la altura de la primera planta y que servía de pórtico general del teatro.


El teatro, que luego amplió sus funciones al cine también, tenía un patio de butacas con capacidad para 500 personas, tres niveles de balcones en todo el perímetro en herradura y palcos laterales a cada lado del escenario. Este contaba con la mejor tecnología de la época, con una caja de más de 10 metros de profundidad y casi 10 metros de alto, con telón a la italiana de terciopelo rojo, que aún se conserva. En la parte central hay una cúpula decorada con un mural.

Por el escenario del Grand Splendid desfilaron las grandes figuras de la época, tanto del teatro como de la canción, como Ignacio Corsini o la orquesta de Roberto Firpo, quien compuso el tango “Grand Splendid” en 1927. Carlos Gardel hizo en 1920 sus primeras grabaciones en disco en el sello Nacional Odeón, propiedad de Glücksman y que funcionaba en la parte alta del teatro. También fueron famosos los concursos de tango que organizaba el empresario en su teatro, conel fin de descubrir y proyectar nuevas figuras. Es el caso de Paquita Bernardo que, aunque no ganó un concurso, sí figuró entre las finalistas de la edición de 1924. Todo este movimiento musical y de cantantes, también fue promovido e impulsado a través de la radio que se llevaba el mismo nombre del teatro, pero que era propiedad de los empresarios Antonio Devoto y Benjamín Gache, y que fue inaugurada en mayo de 1923.


La Librería

La librería El Ateneo es una marca tradicional argentina. Fue fundada en 1912 y a partir del año 2000 pasó a ser propiedad del Grupo Ilhsa que también es dueño de la cadena de librerías Yenny. Ese año la empresa se hace cargo del edificio del cine-teatro Grand Splendid, con la decisión de instalar la principal de sus 34 sucursales distribuidas en el país. Resuelven invertir tres millones de pesos (dólares en esa época por la paridad bancaria) en la remodelación y adaptación del lugar. La responsabilidad del diseño y dirección de obra se la encargan al arquitecto Fernando Manzone.

Con el nuevo uso y ordenamiento, el antigua teatro Grand Splendid – ahora convertido en librería  El Ateneo – mantuvo el esplendor original, destacándose la pintura de la cúpula, los balcones originales y la ornamentación general intacta que se puede apreciar en las columnas interiores, los detalles de diseño en las lámparas de iluminación. Incluso, como se mencionó anteriormente, conserva el telón de terciopelo como parte de este gran show de libros. En el interior del escenario funciona un restaurante y cafetería, donde también hay un piano con el que músicos amenizan la lectura. Porque tanto en los palcos como en reservados de las galerías o en sillones ubicados a un costado, en el antiguo patio de butacas, los visitantes pueden leer libros sin obligación de compra. Un detalle nada frecuente en la mayoría de las librerías.


El local de la Avenida Santa Fe es el de mayor cantidad y diversidad de oferta de la cadena, y de cualquier librería argentina o latinoamericana. Por su diseño arquitectónico, su capacidad de exhibición y oferta y los espacios interiores, está entre las diez librerías más importantes del mundo. Tiene un stock superior a los 120.000 títulos con stock físico. Entre ellos hay 1.200 títulos de poesía, 4.000 en diversas lenguas distintas al castellano y 1.000 títulos de crítica literaria. Son solo ejemplos de la magnitud del lugar.

La Cúpula

Es una obra de Nazareno Orlandi, un artista italiano, nacido en Áscoli, que llegó en 1890 a Buenos Aires procedente de Florencia, luego de haber ganado la edición del año 1887, dela Bienal de Venecia. Las medidas de la cúpula son de 20 m x 19 m x 3,65 m. La obra es una representación alegórica de la paz, pintada en 1919 a modo de festejo por el fin de la Gran Guerra. En este caso La Paz está representada por una figura femenina, serenamente sentada  en una escalinata rodeada de flores, secundada por diferentes representantes del  mundo en conflicto. Luego palomas, ninfas y guirnaldas hacen las veces de custodia y alabanza de la paz.  

Otra figura femenina en el sitio opuesto al gran tema, sobre la izquierda, sostiene un proyector de cine cuyo film es una cinta envolvente de paz, como conectando la nueva tecnología con las alabanzas hacia el amor, la paz y la concordia, logrando el conjunto una armoniosa composición académica.

Imágenes de producción propia.
Nota: para mayor información, consultar este enlace de Wikipedia

miércoles, 16 de agosto de 2017

LA TORRE DE LOS INGLESES

La Torre de los Ingleses o Torre Monumental es un emblema de la ciudad de Buenos Aires, junto al Obelisco. Es una donación de la comunidad británica por el Centenario de la Independencia. Se inauguró en 1916. Tardó 6 años su construcción. Tiene 60 m de altura, divididos en 8 plantas, agrupadas en 3 secciones. El reloj es una copia, a una escala menor, del Big Ben de Londres. Tiene cuadrantes de opalina de 4,40 m de diámetro, un péndulo que pesa 100 kg, 5 campañas de bronce, una de ellas de 7 toneladas,  y un carrillón estilo Westminster, de 3 toneladas, que suena cada cuarto de hora. En el sexto nivel tiene un balcón en voladizo que funciona como mirador.



Primero fue la “Torre del reloj” y luego pasó a denominarse genéricamente como la “Torre de los Ingleses”. Después de la Guerra de las Malvinas, se denominó oficialmente “Torre Monumental”. La plaza,  donde está instalada, dejó de llamarse Plaza Britania, para ser nombrada como Fuerza Aérea Argentina. Pero el fervor nacional de entonces (plasmado en un decreto y en una ceremonia el 24 de mayo de 1982) no alcanzó para cambiarle el nombre en el imaginario popular, que la sigue llamando la “Torre de los Ingleses”.

Tiene 60 metros de altura divididos en 8 plantas que, a su vez, están agrupadas en 3 secciones. En el primer tercio del siglo XX fue la estructura más alta de Buenos Aires. Mérito que terminó el 23 de mayo de 1936, cuando fue inaugurado el Obelisco, cuya altura es de 67,5 metros.  Sin embargo, siguió siendo el lugar específico para mirar a Buenos Aires desde el aire. En el sexto nivel tiene un balcón en voladizo, que hace las veces de mirador, desde donde se puede ver el barrio de Retiro, la principal estación ferroviaria dela ciudad, el puerto de Buenos Aires, la barranca y arboleda de la Plaza San Martín y hacia el sur todo el complejo de edificio modernos de Las Catalinas Norte y la ribera del Río de la Plata en la Reserva Ecológica de la Costanera Sur. Una visión amplia y extensa en 360 grados, que no se da en otro sitio de la ciudad.

En el sitio donde está emplazada fue el espacio natural del río. Hacia el 1900, el agua ocupaba mansamente ese lugar. Sobre lo que hoy es la Av. Del Libertador y Av. Ramos Mejía (extremo oeste de la terminal ferroviaria de Retiro) estaba el Hotel de La Rotonda, un centro destinado a albergar inmigrantes temporalmente. Pero hacia 1910, todo ese espacio había sido ganado al río mediante rellenos. Donde hoy está la torre, estaba instalada la Usina de Gas de Retiro, desde donde se distribuía el combustible para el alumbrado público. Las zonas aledañas como la actual plaza San Martín, era un simple baldío, y la terminal ferroviaria recién se empezaba a construir. Se iba a inaugurar en agosto de 1915.


Donación, Diseño  y Construcción

Los visitantes de hoy, pueden leer en la entrada principal, una placa de mármol que tiene grabada la siguiente leyenda: “Los residentes británicos al Gran Pueblo Argentino Salud, 25 de mayo de 1810-1910”. Es el testimonio de gratitud de la inmigración británica a estas tierras, al cumplirse el Centenario de la Independencia de Argentina o, lo que es lo mismo, del nacimiento como país. En septiembre de 1909, las autoridades argentinas aceptaron el ofrecimiento de esta comunidad y al año siguiente se expusieron los proyectos en el Salón del Bon Marché, un espléndido centro comercial de entonces, por su arquitectura, que hoy ocupan las Galerías Pacífico.

El diseño ganador del concurso, fue el presentado por el arquitecto inglés Sir Ambrose MacDonald Poynter, uno de los nietos del fundador del Royal Institute of British Architects. La construcción correspondió a la firma inglesa Hopkins y Gardon.  Todos los materiales de construcción – salvo el agua y la arena – incluidos los obreros y personal técnico, fueron traídos de Inglaterra. No obstante las previsiones técnicas y de material, la columna conmemorativa original, luego transformada en torre, no pudo ser inaugurada en la fecha prevista. Se argumenta que la muerte del rey Eduardo VII impidió que la delegación británica asistiera a los festejos del Centenario. Recién en noviembre de 1910 se colocó la piedra fundamental, pero los trabajaron colapsaron por las dificultades ocasionadas por el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. A esto se debe agregar que la empresa de gas, no desalojó los terrenos hasta 1912. Finalmente el monumento fue inaugurado el 24 de mayo de 1916, día en que los británicos festejaban el “Empire Day” (Día del Imperio).

Es de estilo neo-renacentista. Y aunque en la mayoría de las descripciones históricas, se la identifica como una réplica, a menor escala, del Big Ben de Londres, la verdad en que no se parecen en nada, salvo que ambas tienen un reloj en la punta. Ese reloj si es una réplica del Big Ben. Pero lo que sí tiene de británico, es el estilo palladiano o neopalladiano que tan popular fue en el Reino Unido a mediados del siglo XVII. Como se mencionó antes, los materiales fueron traídos de Gran Bretaña, desde las piedras y cemento Portland y los mármoles,  hasta los ladrillos tipo Leicester que recubren el tercio medio de la torre.

La estructura se emplaza sobre un basamento con cuatro escalinatas a cada lado y vertederos en sus esquinas. La entrada principal mira al lado oeste, en dirección a la plaza San Martín. El pórtico tiene un par de columnas laterales, arriba se encuentra el mármol con la leyenda dedicatoria de la comunidad británica en Argentina. Por aquí se accede a un interior espacioso, que tuvo una boiserie labrada en sus orígenes pero que se quemó  en 1982, luego de un atentado provocado por fanáticos durante la contienda de Las Malvinas. Allí hay un ascensor de época, vidriado y enrejado artístico que, al ir ascendiendo, se puede ver el péndulo del reloj. El recorrido es hasta la sexta planta donde está el mirador. 



Sobre la entrada principal y las restantes caras de la Torre existe un friso en el que se alternan triglifos y metopas ornamentadas con soles y diferentes emblemas del Reino Unido de Gran Bretaña. Puede reconocerse la flor del cardo, emblema de Escocia (desde el año 1540), la rosa de la Casa Tudor, el dragón rojo de Wales y el trébol de Irlanda. En dos de los lados, están los escudos de Argentina y el Reino Unido. Además, se destacan los emblemas de Inglaterra y Escocia. Un unicornio y el león rampante enmarcan dos leyendas escritas en francés: “Dieu et mon droit” (“Dios y mi derecho”) y “Honni soit qui mal y pense” (“Deshonor al que piense mal de esto”), Orden de la Jarretière en Inglaterra.

En la sexta planta está – como se explicó – el mirador. En la séptima está el reloj. Y en la octava se encuentras las campanas y el carrillón del reloj. Todas ellas resguardadas en el interior de una cúpula octogonal que, al mismo tiempo, está rodeada por un balcón balaustrada y cuatro columnas. Esta cúpula está cubierta por láminas de cobre y cabriadas de acero. Encima – para rematar el vértice de la torre, hay una veleta que representa una fragata de tres mástiles de la época isabelina.

El Reloj.  

A los 45 metros, está el reloj que fue puesto en funcionamiento por los relojeros argentinos Rodolfo Knopp y Nicanor Insúa. Pero su diseño y estructura es de la firma Gillet & Johnston, de Croydon, Inglaterra. Realizado en 1914, es una réplica a menor escala del que tiene el Big Ben de Londres. Durante 70 años, este reloj funcionó coordinadamente con la hora oficial argentina y era el punto de referencia horaria de la ciudad. Hoy no es tan estricto ese aspecto. No obstante, es uno de los relojes significativos que tiene Argentina, junto con el del Palacio de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.



Posee cuatro cuadrantes de opalina de 4,40 metros de diámetro, con un péndulo que supera los 4 metros de largo y pesa más de 100 kg. Las piezas que conforman su estructura central de funcionamiento, pesan una tonelada. El mecanismo de relojería está formado por un armazón “Flat Bed” gigante, un escape de gravedad como el que se utiliza para el Big Ben, y mecanismo de recarga automática. La musicalidad es cada cuarto de hora y se expresa a través de un carrillón de Westminster de cinco campanas. El funcionamiento incluye un sistema de silenciamiento nocturno. Las campanas están ubicadas en la última planta, encima del mecanismo de relojería, propiamente dicho. Son de bronce. Pesan alrededor de 4 toneladas cada una, aunque la mayor alcanza las 7 toneladas. A su vez, el carillón que suena cada 15 minutos, pesa unas 3 toneladas.


Se puede consultar también: