miércoles, 29 de octubre de 2014

Regazzoni Despliega Talento en el Paseo de las Esculturas

A  partir de materiales de rezago, Carlos Regazzoni desarrolla un tipo de escultura que sorprende, impacta, incita a la curiosidad cuando menos. Rompe todas las ideas básicas del arte contemporáneo. Las obras expuestas en el Paseo de las Esculturas, quizá sugieren improvisación, elaboración repentista,  construcción fortuita. Pero en rigor, muestran una gran destreza técnica y una sensibilidad particular en la creación artística.



La procedencia de los materiales es diversa, igual que sus texturas y sus funciones en la vida práctica y cotidiana. Ahora, esos materiales de desecho, son otra cosa. Más de 50 obras se exponen en la plaza Rubén Darío de Buenos Aires, en lo que se denomina “Paseo de las Esculturas”, un evento que se realiza cada dos años con un artista invitado. Este año, en su tercera edición, expone Carlos Regazzoni, un artista nacido en Comodoro Rivadavia, Chubut, en 1943, pero que está afincado en la capital argentina desde hace muchos años.

La Obra

La muestra se compone de tres conjuntos de esculturas.

* Uno es “La Flota de Aviones”. Una manera particular de rendir homenaje a la Aeropostal Argentina, la primera empresa de correo por avión que funcionó entre el centro del país y la Patagonia en la segunda década del siglo XX. Su piloto más famoso fue Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, figura a la que también rinde homenaje Regazzoni.

* Otro grupo es “El Malón”. Veintiún esculturas que recrean o escenifican el último malón, en 1876, del cacique Namuncurá sobre la actual ciudad de Azul. Indios guerreros vigilando la pampa, otros a caballo y en acción y otro (probablemente el cacique) con una mujer blanca cautica en la montura. En esta escultura, el color blanco de la simulación de la cautiva, la inclinación hacia la derecha de las piernas, nos lleva necesariamente a la primera imagen del cuadro “La Vuelta del Malón” de Ángel della Valle, de 1892. Lo demás, es la tropa del cacique y algunos animales domésticos de la pampa que era lo que los indios se llevaban en cada ataque a una población.

* El último es “Rancho de los esteros” aunque en rigor no hay ningún rancho ni caserío. Este conjunto se compone de diversos animales autóctonos argentinos, como avestruces, ñandúes, el guanaco, el lagarto, el tero o la langosta.



La observación minuciosa y pormenorizada de las esculturas, le permiten al observador distinguir lo más extraños objetos. Puertas de automóviles, caños de escape de motos y camiones, ruedas de triciclos infantiles, goma de caucho de grandes camiones, rejas de arados de distinto tipo y tamaño, barras de hierro de alguna construcción, cadenas de algún motor, herraduras, tornillos diversos, placas de hierro de distintas formas y grosos, chapa  retorcida y así se podría seguir enumerando la diversidad de objetos con distintas texturas. Todo ese material de rezago está combinado con criterio. Ha sido soldado, pegado y ensamblado para producir un efecto en el espectador.  

martes, 14 de octubre de 2014

CALLE LANÍN, Arte y Vida Cotidiana

El gris urbano y cotidiano ha dejado su lugar a la explosión de color y de formas abstractas. En los 300 metros de esta calle de Buenos Aires, cuarenta fachadas fueron intervenidas por el artista Marino Santa María para producir, al final, una obra singular que no puede ser catalogada dentro del muralismo ni del graffiti.

El trabajo se inauguró en abril de 2001 pero está siempre en constante transformación. Ahora se incorporan nuevas formas en mosaico veneciano y trencadís. El fenómeno creativo y la génesis de la obra, no es solo fruto del empuje del artista, sino también de la participación de los vecinos y el compromiso social con la propuesta artística




Nada es más extraño e impactante que dar de golpe con un estallido de color, en contraste con un paredón ocre y grisáceo.  Es lo que le ocurre al paseante desprevenido, cuando camina junto al terraplén del ferrocarril que va paralelo a los primeros metros de la calle Lanín, desde Brandsen en dirección a la Av. Suarez. 

En los 300 metros que siguen, la totalidad de su recorrido, la calle muestra lo mejor del suburbio porteño, al tiempo que es la muestra acabada de un proyecto concreto y consumado de arte público de la ciudad de Buenos Aires. El autor de la propuesta es Marino Santa María, un artista plástico de envergadura, prolífico en arte en la calle,  que luego de experimentar en diversas técnicas, decidió transformar su calle de la infancia en una suerte de galería de arte a cielo abierto.  

LA MODELO… Reclama un lugar en la historia

A los 99 años recibió un reconocimiento que no esperaba: un homenaje en el Museo Nacional de Bellas Artes de parte de artistas consagrados, reconocidos y otros no tanto. Rosa Amanda Gutiérrez se lo merece por derecho propio. Fue la modelo de una obra clave en la historia de la pintura argentina: la “Venus criolla”, que Emilio Centurión pintó en 1934.


El hall de entrada al museo nacional tiene un lleno moderado. La convocatoria no ha tenido el replique en la gran prensa, entonces únicamente se ven artistas y allegados a la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, autoridades del museo y algunos amigos que acompañan o hacen de “maestro de ceremonia” como el caso del escultor Antonio Pujía, a quien una amistad con la modelo.  

Ella sabe que es el centro de atención. Esta vez es distinto. Otras veces lo supo, pero fue de manera particular. Fue el objeto de exaltación, figuración o simbolismo, el vehículo por el que se valió el artista. 

Se ganó la vida durante muchos años con su condición de modelo vivo. Y posó para los mejores pintores de la época. Algunos ya no están, pero en este hall del museo sí están presentes algunos alumnos del Círculo de Bellas Artes que la conocieron en esa actividad. 

El entorno que rodea hoy a la modelo no es ceremonioso, tampoco hay pinceles ni pinturas. Hay decenas de ojos que la miran con admiración y tratan de evitar lo inevitable: comparar a la persona que están viendo con la figura del cuadro. Se le nota que está orgullosa y satisfecha. En su mirada hay agradecimiento y placer por lo que está viendo. 

Se maneja con mucha soltura. Nada indica la edad que tiene. Pero la suya, ha sido una vida de muchos combates. Sobre el final del acto muestra un cuaderno con dibujos propios y la fotografía de una escultura, una cabeza, con la que menciona que ganó un concurso. Entonces pregunto: 

LA ESCLAVITUD, de Francisco Cafferata

Está en un lugar apartado, no tiene ningún cartel. No forma parte de los grandes monumentos de la ciudad. Se la conoce por tres nombres, según sea el crítico o libro académico que la mencione. Puede ser La Esclavitud o El Esclavo o simplemente Esclavo. Fue hecha en 1881. Se pensó y diseño en Florencia y se fundió en Buenos Aires. Es una obra en bronce de Francisco Cafferata, un escultor fundacional. Junto a Lucio Correa Morales forman el dúo que da origen a la escultura argentina moderna. Está obra está hoy en el Parque Tres de Febrero de Buenos Aires o, si lo prefiere, en los bosques de Palermo junto al Jardín Japonés.



La escultura tiene la dimensión humana, es a tamaño real. Su autor la bautizó como “La Esclavitud”, pero se hizo popular como “El Esclavo”. Veinte años tenía Francisco Cafferata cuando creó en Florencia esta obra en bronce, pero que se hizo en la Fundición de A. Jonis, ubicada en la calle Malabia 434 de la ciudad de Buenos Aires.  Estos datos están grabados en la base de la obra. El año de su creación es 1881. Al año siguiente, la exhibe en la Exposición Continental  que se realiza en Buenos Aires. La obra logra la medalla de oro del  evento y el escultor la consideración de la crítica. En 1905 el gobierno porteño la adquiere para su patrimonio cultural. 

Hoy está ubicada en un lugar apartado o poco destacado de los bosques de Palermo. Para ser preciso, está detrás de una desvencijada casa vacía, al lado de una monumental palmera y próximo a uno de los tantos lagos artificiales del parque. Pero en los registros municipales dice que está en la Plaza Sicilia del Parque Tres de Febrero, en la avenida Adolfo Berro, entre Casares y Sarmiento. Pero para ubicarse mejor, entonces hay que decir que está al lado del Jardín Japonés y frente al Club de Amigos. No tiene iluminación especial. Y por la pátina negruzca de su bronce lo más frecuente es que al atardecer ya no la vea y pase de largo. 

No abundan muchos trabajos críticos sobre este “Esclavo”, como también se la cita en algunos libros, tal el caso de la “Historia General del Arte en la Argentina”, en cuyo apartado de escultura apenas se la menciona indirectamente por referencia a su autor. Y de lo poco disponible, creo interesante destacar estos dos comentarios.

SATURNALIA, la obra de Ernesto Biondi.

Entre lo festivo, lujurioso y decadente, el grupo escultórico generó todo tipo de polémica desde su primera exhibición en 1900 en París. Calificada de inmoral, decadente y provocativa por varios críticos prominentes de la época, debió ser retirada del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met), en 1905, por quejas de los mecenas. En Buenos Aires está la única copia que hizo el autor en 1909. Luego de permanecer escondida en los depósitos municipales y de recibir las mismas críticas que en Europa y Estados Unidos, se la puede ver en el Jardín Botánico “Carlos Thays”.   


En este enlace hay 29 fotos propias:

https://www.flickr.com/photos/sarmiento-cm/sets/72157646885840821/





Saturnalia es un grupo escultórico hecho en bronce patinado que representa la festividad homónima de la Roma antigua. Es obra del italiano Ernesto Biondi (1855-1917). La presentó en el año 1900 en la Exposición de París, luego de diez años de trabajo en ella. Obtuvo el primer premio y una serie de críticas morales a propósito de su temática. La obra original está hoy en la Galería de Arte Moderno de Roma y la única copia de autor en el Jardín Botánico “Carlos Thays” de la ciudad de Buenos Aires.  

Diez figuras componen el grupo que representan a diversas clases sociales de la Roma de la época. Prostitutas, esclavos, patricios, sacerdotes y gladiadores toman parte de las fiestas en honor al dios Saturno, que consistían en beber y comer en abundancia hasta terminar en una orgía. Este último momento es el que retrata la obra. Las imágenes decadentes resultaron irritantes para la crítica.   

Hernán Cullen Ayerza fue un escultor, abogado y diplomático que se desempeñaba como secretario de la Embajada Argentina en Roma cuando en 1907 le propuso a Biondi la realización de una copia, con el fin de regalársela a la Municipalidad de Buenos Aries. Es la única que hizo el autor y llegó al puerto de Buenos Aires el 14 de febrero de 1910, pero tuvo que permanecer en la aduana hasta 1912 porque la temática no era del agrado de los funcionarios. 

Ayerza finalmente decidió colocarla en los jardines de su casa en la calle Esmeralda 1275. Y al morir - en 1957 – fue donada al Museo Nacional de Bellas Artes que la entregó a la ciudad y esta la envió a los depósitos. En 1963, previo a la asunción del presidente Arturo Illia, fue instalada en el Club Ciudad de Buenos Aires. 

Durante la dictadura de 1976-1983 estuvo en el Centro Cultural General San Martín hasta que en 1981 volvió a los depósitos municipales. Desde 1988 está en su actual ubicación en el Jardín Botánico “Carlos Thays”