martes, 22 de octubre de 2019

OTRO TIEMPO, OTRAS IDEAS, OTRAS PROPUESTAS


*/ No  soy artista ni pretendo serlo. No tengo formación  académica. Solo tengo información de tantos años de caminar museos, galería y colecciones de arte y fotografía.

*/ El collage como forma expresiva no es una elección. Es una imposición por mis carencias técnicas pictóricas. No lo lamento, porque lo que quiero hacer es esto que hago.

*/ No soy artista, así como tampoco me considero un escritor aunque escriba. Soy un periodista  y de eso he presumido toda  la vida. Estoy orgulloso de serlo.


Hace dos años publiqué  un post  en  que decía que debería invertir mi  tiempo en buscar otras expresiones desde  lo creativo, que pusiera mis manos en otros menesteres, además de mezclar palabras. Y hace un par de meses  lo volví a publicar, diciendo que lo debería haber hecho hace dos años. Total, un círculo de indefiniciones y  diletancias.  Al final y nadie sabe por qué,  se produce un efecto, que luego se  convierte en  idea y luego termina traducida en madera, papel, fibras, cartón, hilos y cuerdas.
No  soy artista ni pretendo serlo. No tengo formación  académica. Solo tengo información de tantos años de caminar museos, galería y colecciones de arte y fotografía. El collage como forma expresiva no es una elección. Es una imposición por mis carencias técnicas pictóricas. No lo lamento, porque lo que quiero hacer es esto que hago. Porque siempre que se emprende algo nuevo, lo más importante es hacer lo que se quiere. Eso da un impulso doble a los primeros pasos.
No soy artista, así como tampoco me considero un escritor aunque escriba. Soy un periodista  y de eso he presumido toda  la vida. Estoy orgulloso de serlo. Pero también he puesto a prueba otros recursos, que solo el tiempo y la comunicación (la bendita comunicación) con  la gente y su entorno,  dirán si tienen algún valor. En el caso del periodista es distinto. Porque sí sé que tengo valor y lo he demostrado muchas veces en 32 años de trabajo. Lo han reconocido también. Aunque en estos tiempos de desocupación feroz, nadie lo quiera reconocer. Y se aplique a raja tabla esa maldición profesional que dice: “En periodismo vales tanto como el éxito de tu última nota”.
El periodismo tiene la impronta de lo inmediato, temporal. Llamo al periodismo como una profesión en gerundio. Todo está sucediendo y nunca termina de suceder. Y el periodista está dentro de ese gerundio. Solo tiene que contarlo de la mejor manera posible. La  honestidad ante el  hecho, el compromiso con la gente a la que comunica, las técnicas descriptivas forman la primera argamasa del trabajo. Luego el perfeccionamiento del lenguaje y la precisión en la escritura termina por  modelar una forma de entender el oficio.
Ahora también sigo comunicando. Pero de otra forma. Los libros que saldrán y los collage, es otra forma de comunicar e interpelar a la sociedad en la que vivo. No abandonaré el periodismo aunque el  mercado y el sistema se empeñen en  ello, aunque los colegas ya no te registren, aunque la edad conspire contra el reconocimiento, el trabajo y  los ingresos personales.  Hare periodismo de otra forma. Saldré de las urgencias del  mercado, recuperaré la crónica (la crónica periodística tal como la entendía García Márquez) y no investigaré ni hare de James Bond o Sherlock Holmes en los asuntos políticos  y económicos. Solo  contaré la realidad de esta sociedad que – con mucha frecuencia – te rompe los ojos. Y las urgencias del sistema no tienen tiempo de decirlo.  
Mientras tanto, los trabajos como los que muestra la imagen serán la prioridad, ocuparán gran parte de mí tiempo. La producción es nueva. Todo es experimental en lo personal. En el camino surgirán nuevas cosas  que iré mostrando en este blog. También pondré la atención en la publicación de mis libros y – de ser  posible -  hacer una edición totalmente artesanal de cada uno de ellos. Es decir,  agregarle creatividad gráfica y de edición a la poesía. Veremos, andaremos, buscaremos y quizá encontremos. ¿Quiénes? Mi Entusiasmo y  yo.
***
Las imágenes son propias. 

sábado, 19 de octubre de 2019

VIBRACIONES DE VOCES EN LA HISTORIA


Tres imágenes nocturnas de un día laboral, tres miradas en la noche sobre este punto sensible de la arquitectura social de Argentina. La Plaza de Mayo.










La Plaza de Mayo siempre está llena de gente, aunque sea de noche y esté vacía. Este recinto que no alcanza a dos hectáreas, es el centro del sistema nervioso de los argentinos. Aquí han pasado muchas cosas. Y las voces de entonces siguen vibrando bajo luz de sus farolas antiguas. El silencio en esta plaza es denso, acogedor y cargado de memoria. La memoria de los argentinos. La  arquitectura  institucional de su entorno no convierte el espacio en ceremonial. Son las voces que se fueron, vuelven y se van en un agitado deambular por la historia. Mañana, desde el amanecer, todos esos ruidos, cantos, bailes, reclamos, protestas,  luchas, batallas, derrotas  y avances en el encuentro de la sociedad argentina, se irán para dejar  el lugar a la velocidad del nuevo día, de los nuevos  tiempos.




El espacio de los reclamos.

Al fondo, una imagen de lo que queda del Cabildo original de Buenos Aires. Frente  a  esos balcones de madera,  los argentinos de entonces hicieron sus primeros reclamos. El más famoso de todos,  es la movilización de vecinos el 22 de mayo de 1810 que dejó una frase para la historia; “El pueblo quiere saber de qué se trata”. Fue el pedido generalizado de quienes estaban esa mañana frente al Cabildo, donde se desarrollaba un Cabildo Abierto  para resolver el futuro gobierno de la colonia, ante la caída de la monarquía española  a manos de las tropas de Napoleón. Como se  sabe,  ese Cabildo Abierto fue el preámbulo de la Revolución de  Mayo tres días después, que marca el comienzo de la  vida independiente de Argentina.
Los líderes callejeros de ese día fueron Domingo French y Antonio Beruti y quienes estaban en la calle se los denominó “Chisperos”. Ambos vivían a pocas cuadras de esta plaza. Y los dos terminaron formado parte de los ejércitos de la independencia y posteriormente a la política. Se les atribuye  la creación de la escarapela nacional. Una distinción que repartían en la plaza los Chisperos  para identificar  a quienes estaban a favor de un gobierno independiente. La escarapela celeste y blanca  luego fue adoptada por Manuel Belgrano como parte del uniforme de sus tropas acantonadas en Rosario, el lugar donde creó la bandera nacional con los mismos colores.
Todo ese bullicio de entonces, marcó para siempre el destino de esta plaza. Todos los grandes movimientos sociales nacieron o tuvieron su bautismo de presentación en este rectángulo de 2 hectáreas, desde el peronismo hasta  el radicalismo. Pero antes, fue el lugar de concentración de anarquistas y socialistas en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, cuando peleaban por las ocho horas laborales, descanso semanal, aguinaldo y vacaciones. La plaza no solo albergó esos reclamos, sino que es el punto que marca la temperatura del humor nacional.



La Plaza de Mayo siempre fue un faro. 

Un faro o un mojón. Fue punto de encuentro, zona de litigios, área de reclamos, espacio de celebraciones, punto de felices saludos triunfales. La Plaza de Mayo es ese lugar extraño que de ser una gran explanada que separaba el fuerte del cabildo y albergaba el único mercado de la  ciudad (en tiempo de la colonia) a ser centro político, social y económico de Argentina. La  Plaza de Mayo es el nervio sensible del país, es el corazón de las decisiones. Es el faro de las emociones.
En la imagen,  una de las dos fuentes de agua de la plaza, las palmeras  yatay en penumbra y la Casa Rosada al fondo. Estas fuentes no son las originales. En tiempo de la colonia y primeros años tras la independencia, en el lugar que ocupan estaba la Recova. Un edificio que dividía la plaza por la mitad con una línea de cuarenta locales. La mitad de ellos mirando hacia el este y el resto al oeste. Era el mercado de la ciudad desde el año 1803.
En 1856, el pintor Prilidiano Pueyrredón  rediseñó el espacio y lo convirtió en un espacio verde con jardines, bancos y suelo de ladrillo y argamasa. Y en 1870 se instalaron las dos primeras fuentes. Esas  obras de la fundición  francesa Du Vall D´Osne están ahora en la esquina de la Avenida 9 de Julio y Córdoba.   Las actuales son más pequeñas y  seguramente  más funcionales para resistir las concentraciones masivas que este  lugar recibe casi todos los meses del año. Ya saben, Argentina es un país donde la palabra Crisis está a la orden del día.  

Imágenes El Jinete imaginario/César Manuel Sarmiento

En instagram: @eljineteimagianrio
En You Tube:  El Jinete Imaginario


jueves, 17 de octubre de 2019

PUNTOS DE FUGA EN PUERTO MADERO


Apuntes con historia de uno de los lugares más exclusivos de Buenos Aires



Fue la obra de ingeniería más importante de su tiempo. Apenas estuvo en funcionamiento unos pocos años. Como las ilusiones de los que llegaron. A comienzos del siglo XX Argentina sonaba en el mundo como “la tierra prometida”, algo que el tiempo se encargaría de contradecir. Pero a este puerto que funcionó entre 1889 y 1919, llegaron millones de personas con la esperanza de conseguir un futuro mejor para ellos y sus hijos. Este lugar no es hoy una zona  portuaria ni de estiba industrial. Es una zona elegante de la gastronomía de Buenos Aires. Pero al caer la noche, cuando se encienden las farolas de los muelles, se confunden las voces festivas de hoy con la melancolía de las voces pasadas que tuvieron aquí su primera (y tal única) alegría al llegar a Argentina, escapando de la pobreza y de la guerra.  
Puerto Madero tiene dos dársenas (norte y sur), 4 diques, 8 muelles, 16 depósitos de hierro y madera unos, de hormigón otros, pero todos recubiertos por ladrillos borravino,  dándoles una estética británica. Frente a cada depósito se instalaron dos  grúas Armstrong & Mitchell para las tareas de estiba de  los barcos que llegan al puerto de Buenos Aires. La dársena Norte fue reservada a los buques de pasajeros, que llegaban cargados de inmigrantes que llegaban con la ilusión de “hacer la América“. Hacia el  1900, la ciudad de Buenos Aires tenía más  inmigrantes que habitantes nativos.


En 1882 el gobierno del Presidente Julio Argentino Roca,  le encargó al comerciante de Buenos Aires, Eduardo Madero, que se encargara de diseñar y construir una nueva terminal, porque el antiguo y original puerto de La Boca del Riachuelo, no era adecuado a los nuevos tiempos y había colapsado por la llegada masiva de inmigrantes y por el aumento del comercio internacional de Argentina. Pero dice un refrán español que “las cosas de palacio van despacio”. Y vaya si se tomaron su tiempo, que el nuevo y primer gran puerto de la ciudad, se empezó a construir en 1887 y se inauguró en 1889 la primera parte y en 1890 la segunda.  
El puerto permanecía activo hasta 1919, cuando fue inaugurado el Puerto Nuevo, una obra de ingeniería sencilla pero eficaz, que aún hoy está en funcionamiento. Estuvo a cargo del Ingeniero Luis Huergo. Pero ya en 1909 había sido superada su capacidad para absorber el crecimiento económico de Argentina y el desarrollo tecnológico de los nuevos barcos con mayor porte.
En 1989, cien años después de su inauguración, se formó la Corporación Puerto Madero con participaciones iguales entre el gobierno nacional y municipal. Luego se incorporaría el capital privado, haciendo de esta corporación una entidad mixta para  el desarrollo urbanístico de la costa sur este de la ciudad de Buenos Aires.
En 1991 se aprobó el master plan para el desarrollo urbanístico de las 170 hectáreas que conforman hoy uno de los barrios más caros y exclusivos de la ciudad. El proyecto fue realizado “un equipo formado por los arquitectos Juan Manuel Borthagaray, Cristian Carnicer, Pablo Doval, Enrique García Espil, Mariana Leidemann, Carlos Marré, Rómulo Pérez, Antonio Tufaro y Eugenio Xaus. La realización de dicho plan significó la mayor obra de su tipo jamás realizada en Buenos Aires, con una inversión total por parte del Estado de cerca de 1000 millones de dólares”, según consigna la  enciclopedia Wikipedia.
Entre 1994 y 1996, el desarrollo urbanístico de la zona fue a toda velocidad. Los estudios de arquitectura competían en características de diseño y en modelos de restauración y acondicionamiento de los antiguos almacenes o dock del lado oeste de los muelles. Tras un freno obligado durante la crisis de la economía argentina entre 1998 y 2003, vuelve a tomar impulso. Y para el final de la primera década de este siglo, ya alcanza su configuración definitiva.


Puerto Madero es un lugar raro. Por su espacio, por  el silencio, el contacto con los pájaros durante el día, por la amplitud del cielo durante la noche. Aquí se recupera la visión en perspectiva. Los habitantes de la ciudad recuperan su relación con  el cielo y las estrellas en magnitud. Si uno se coloca en cualquier de los puentes del extremo norte o sur,  entonces una visión tan amplia de la ciudad como no podría ser en otro sitio.
Por la noche, la iluminación de los muelles y las difusas luces de los bares y restaurantes,  parecen puntos de gura de un dibujo imaginario.

Fotos El Jinete Imaginario

NOTA: Este trabajo se realizo con información de la enciclopedia Wikipedia. Aquí pueden consultar la página de referencia para ampliar detalles y precisiones.