Espacios azules que emergen de los huecos más profundos del gris urbano que tiñe las calles de Buenos Aires.
Brillos y reflejos que van desde la
ceguera del mediodía de un otoño cálido, hasta las luciérnagas que se presentan
en las últimas horas de la tarde.
La arquitectura en la zona de Catalina
norte, en el barrio de Retiro de la Ciudad de Buenos Aires, tiene la particularidad
de reflejar las luces y los colores del día. Incluso hasta los humores de la
gente que circula por ahí, siempre atareada en demasía por las cuestiones
financieras y los grandes negocios.
Por la noche, esta zona de la ciudad
queda en silencio profundo. Pero los edificios y sus estructuras vidriadas,
agudizan los contrastes, profundizan los
pequeños focos de luz que queda en algún ventanal o en el pie de estas moles que
tanta personalidad le imprimen a la ciudad.
Pero el momento más dulce y enigmático
es el atardecer. Todo se cubre de una suerte de nostalgia y una pátina color
cobalto, con variaciones de azules y celestes brillantes, cubre el horizonte
del espectador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios