viernes, 19 de julio de 2019

LA PLAZA QUE NADIE SABE CÓMO SE LLAMA


Para los que la cruzan a diario es ¡Ahí…!  Frente a la Cancillería”. Pero para el catastro municipal es la Plaza San Martín. Este espacio verde, de abundante arbolado, con ejemplares añosos y copas tupidas de hasta cinco metros, es un lugar de privilegio para observar la arquitectura de Buenos Aires. Desde aquí, mirando hacia el lado sur, girando la mirada de izquierda a derecha, se observa el Palacio San Martín, el edificio Kavanagh, el Conjunto Monumental dedicado al Libertador  y el Palacio Paz.


 

Miles de personas circulan a diario por aquí. Y para todos es “ahí… frente a la Cancillería”. Es lo mismo recorrerla por cualquiera de las calles que la circundan. Tanto sea  la Av. Santa Fe o las calles Esmeralda o Arenales. Precisamente en el 761 de Arenales está la entrada principal del Palacio San Martín, sede principal de la Cancillería Argentina. La antigua residencia de la familia Anchorena, hoy está reservada  para actividades protocolares. La sede administrativa  del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, está en la esquina de Esmeralda y  Arenales. Por eso,  a esta plaza de la llama “¡Ahí…!  Frente a la Cancillería.
Pero la plaza tiene nombre. Es la Plaza San Martín. Precisamente donde está la estatua ecuestre   dedicada al Libertador General José de San Martín. La escultura forma parte de un conjunto monumental  llamado Monumento al General San Martín y a los Ejércitos de la Independencia. Una obra de primer orden del escultor francés Louis Joseph Daumas.
La plaza frente al Palacio Anchorena, también es la Plaza San Martín. Pero es el extremo norte, separado del resto por la apertura a la circulación vehicular de la calle Maipú. Pero estos detalles quedan para los estudiosos, los eruditos y los curiosos a tiempo parcial. Tampoco casi nadie sabe que el Palacio Anchorena es obra de uno de los arquitectos más importantes de la historia argentina, Alejandro Christophersen. Fue construido en 1905, cuando los beneficios de producir buenas carnes y granos para el antiguo Imperio Británico, dejaba buenos dividendos en las familias porteñas propietarias de la tierra.



La vista general  de la Plaza San Martín deja la sensación que el solar se compone solamente donde está el monumento. Ese lugar a donde van los visitantes ilustres a dejarle flores al libertador como gesto protocolar. En el otro extremo hay una barranca donde se toma sol en verano, se mira desde lejos la Torre de los Ingleses y se puede apreciar de lejos,  ese infierno de tránsito que es la terminal ferroviaria de Retiro. El mismo infierno donde gran cantidad de porteños se mueven a diario, pero que desde la barranca parece un lugar encantador.
Frente al Palacio San Martín, el espacio verde de abundante arbolado, con ejemplares añosos de tronco generoso y copas de abundante vegetación, con una altura de hasta cinco metros, es un lugar de paso para la mayoría de la gente. Solo unos pocos transeúntes utilizan sus bancos como lugar de descanso y disfrute del entorno arquitectónico de primer orden. Porque desde este extremo, se aprecia con toda claridad y detalle la fachada de estilo Beaux- Arst,  que el arquitecto Christophersen y Mercedes Castellanos de Anchorena, decidieron darle al Palacio Anchorena.
En dirección sur se observa el edificio Kavanagh. Por encima de los alerces, tipas y palo borracho que ocupan la  zona central de la plaza,  se ven los pisos altos de este edificio de 120 metros de altura, inaugurado en enero de 1936. Por varios años, fue el edifico más alto de Argentina y la estructura  de hormigón armado más grande de Sudamérica. Fue construido por el ingeniero Rodolfo Cervini que tardó dos años en terminarlo. En 1994, la Asociación Estadounidense de Ingeniería Civil lo distinguió como “hito histórico internacional de la ingeniería”, como detalle la enciclopedia Wikipedia.


 Desde esta misma perspectiva y a cierta distancia, se puede ver la magnitud del conjunto monumental dedicado al Libertador, con su explanada en  primer plano y el horizonte poblado de una arboleda generosa y tupida, impide  ver la fachada del edificio del Hotel Plaza (contiguo al Edificio Kavanagh) una obra del arquitecto alemán Alfred Zucker, inaugurado en 1909. Un capricho del empresario Ernesto Tornquist, para sumar un emprendimiento monumental a los festejos por el centenario de la Revolución de Mayo, en 1910.
A  la derecha de la visión sur, está el Palacio Paz. Girando unos pocos grados el ángulo de observación,  se puede ver su fachada principal. También conocido como Palacio Retiro fue,  en su tiempo,  fue la residencia más grande y lujosa de Buenos Aires. Fue propiedad de José C. Paz, el fundador del diario La Prensa, quien lo mandó construir en 1902. La obra demandó 12 años y Paz no llegó a verlo concluido porque murió dos años antes. En 1911 también falleció el arquitecto que hizo el diseño original, el arquitecto francés Louis-Marie Henri Sortais. El resultado de los trabajo finalizados por el arquitecto Carlos Agote, fue una mansión de 12.000 metros cuadrados, 140 habitaciones y diversos ambientes  entre los que se cuenta un jardín de invierno.  Hoy es la sede del Círculo Militar y además en su interior funciona el Museo del Ejército. Para quien  lo  observe desde la calle o desde esta “plaza sin nombre”, lo más destacado es  la herrería del portal principal. Uno de los más bellos trabajos en la materia, que pueda tener la arquitectura de Buenos Aires.
Esta plaza seccionada  del resto de la Plaza San Martín, tiene una explicación que solo se comprende por la cantidad de modificaciones que tuvo el diseño original dedicada al Libertador. Asentada  en los terrenos donde estuvo la única plaza de toros de la ciudad, sus dimensiones fueron variando  en esta zona que se conocía como “La meseta del Retiro”. Aquí también funcionó un polvorín de la milicia, fue asiento de diversos regimientos y se desarrollaron importantes acontecimientos durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Precisamente después de estas batallas, el Cabildo de Buenos Aires decidió nombrar al lugar como “Campo de la Gloria”. Finalmente fue el lugar de nacimiento y entrenamiento del  Regimiento de Granaderos, base del ejército libertador del general San Martín.
En 1860, diez años después de la muerte de San Martín, las autoridades consideraron pertinente dedicar un lugar al libertador. Entonces se convocó el primer concurso de ideas para el diseño de la plaza pública. Desde esa fecha a la actualidad, la plaza ha ido cambiando su aspecto y extensión según la iniciativa de  los gobiernos  de  turno de la ciudad. Los problemas de circulación, en una zona muy congestionada de tránsito, indujo a las autoridades a liberar ese tramo de la calle Maipú. Luego, por cuestiones de seguridad durante las ofrendas al libertador por parte de los visitantes ilustres al país, se la cerró parcialmente. Hoy, nuevamente está disponible a la circulación, razón por la cual, este extremo norte de la plaza, queda como un apartado. Aparece ante el ciudadano como un lugar sin nombre y que todos han calificado como “¡Ahí… Frente a la Cancillería”.
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Esta crónica fue realizada con material informativo propio y la enciclopedia Wikipedia, como así también el portal Arcón de Buenos Aires. 
Fotos sarmiento.cms

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