Para los que la cruzan a diario es ¡Ahí…! Frente a la Cancillería”. Pero para el catastro municipal es la Plaza San Martín. Este espacio verde, de abundante arbolado, con ejemplares añosos y copas tupidas de hasta cinco metros, es un lugar de privilegio para observar la arquitectura de Buenos Aires. Desde aquí, mirando hacia el lado sur, girando la mirada de izquierda a derecha, se observa el Palacio San Martín, el edificio Kavanagh, el Conjunto Monumental dedicado al Libertador y el Palacio Paz.
Miles de personas
circulan a diario por aquí. Y para todos es “ahí… frente a la Cancillería”. Es lo mismo recorrerla por
cualquiera de las calles que la circundan. Tanto sea la Av. Santa Fe o las calles Esmeralda o
Arenales. Precisamente en el 761 de Arenales está la entrada principal del Palacio
San Martín, sede principal de la Cancillería
Argentina. La antigua residencia de la familia Anchorena, hoy está
reservada para actividades protocolares.
La sede administrativa del Ministerio de
Relaciones Exteriores argentino, está en la esquina de Esmeralda y Arenales. Por eso, a esta plaza de la llama “¡Ahí…! Frente a la Cancillería.
Pero la plaza
tiene nombre. Es la Plaza San Martín. Precisamente donde está la estatua
ecuestre dedicada al Libertador General
José de San Martín. La escultura forma parte de un conjunto monumental llamado Monumento al General San Martín y a los
Ejércitos de la Independencia. Una
obra de primer orden del escultor francés Louis Joseph Daumas.
La plaza frente al Palacio Anchorena, también es la Plaza San Martín. Pero es el
extremo norte, separado del resto por la apertura a la circulación vehicular de
la calle Maipú. Pero estos detalles quedan para los estudiosos, los eruditos y
los curiosos a tiempo parcial. Tampoco casi nadie sabe que el Palacio
Anchorena es obra de uno de los arquitectos más importantes de la
historia argentina, Alejandro Christophersen. Fue construido en 1905, cuando
los beneficios de producir buenas carnes y granos para el antiguo Imperio
Británico, dejaba buenos dividendos en las familias porteñas propietarias de la
tierra.
La vista general de la Plaza
San Martín deja la sensación que el solar se compone solamente donde
está el monumento. Ese lugar a donde van los visitantes ilustres a dejarle
flores al libertador como gesto protocolar. En el otro extremo hay una barranca
donde se toma sol en verano, se mira desde lejos la Torre de los Ingleses y
se puede apreciar de lejos, ese infierno
de tránsito que es la terminal ferroviaria de Retiro. El mismo infierno donde
gran cantidad de porteños se mueven a diario, pero que desde la barranca parece
un lugar encantador.
Frente al Palacio San Martín, el espacio verde de abundante arbolado, con
ejemplares añosos de tronco generoso y copas de abundante vegetación, con una
altura de hasta cinco metros, es un lugar de paso para la mayoría de la gente.
Solo unos pocos transeúntes utilizan sus bancos como lugar de descanso y
disfrute del entorno arquitectónico de primer orden. Porque desde este extremo,
se aprecia con toda claridad y detalle la fachada de estilo Beaux- Arst, que el arquitecto Christophersen y Mercedes
Castellanos de Anchorena, decidieron darle al Palacio Anchorena.
En dirección sur se observa el edificio Kavanagh. Por encima de los
alerces, tipas y palo borracho que ocupan la
zona central de la plaza, se ven
los pisos altos de este edificio de 120 metros de altura, inaugurado en enero de
1936. Por varios años, fue el edifico más alto de Argentina y la estructura de hormigón armado más grande de Sudamérica.
Fue construido por el ingeniero Rodolfo Cervini que tardó dos años en
terminarlo. En 1994, la Asociación Estadounidense de Ingeniería Civil lo
distinguió como “hito histórico
internacional de la ingeniería”, como detalle la enciclopedia Wikipedia.
Desde esta misma perspectiva y a cierta
distancia, se puede ver la magnitud del conjunto monumental dedicado al
Libertador, con su explanada en primer
plano y el horizonte poblado de una arboleda generosa y tupida, impide ver la fachada del edificio del Hotel
Plaza (contiguo al Edificio Kavanagh) una obra del arquitecto alemán
Alfred Zucker, inaugurado en 1909. Un capricho del empresario Ernesto Tornquist,
para sumar un emprendimiento monumental a los festejos por el centenario de la
Revolución de Mayo, en 1910.
A la
derecha de la visión sur, está el Palacio
Paz. Girando unos pocos grados el ángulo de observación, se puede ver su fachada principal. También conocido
como Palacio Retiro fue, en su tiempo, fue la residencia más grande y lujosa de
Buenos Aires. Fue propiedad de José C. Paz, el fundador del diario La Prensa, quien lo mandó construir en 1902. La obra
demandó 12 años y Paz no llegó a verlo concluido porque murió dos años antes.
En 1911 también falleció el arquitecto que hizo el diseño original, el
arquitecto francés Louis-Marie Henri Sortais. El resultado de los trabajo
finalizados por el arquitecto Carlos Agote, fue una mansión de 12.000 metros
cuadrados, 140 habitaciones y diversos ambientes entre los que se cuenta un jardín de
invierno. Hoy es la sede del Círculo Militar y además en su interior
funciona el Museo del Ejército. Para
quien lo
observe desde la calle o desde esta “plaza sin nombre”, lo más destacado
es la herrería del portal principal. Uno
de los más bellos trabajos en la materia, que pueda tener la arquitectura de
Buenos Aires.
Esta plaza seccionada del resto de la Plaza San Martín, tiene una explicación que solo se comprende
por la cantidad de modificaciones que tuvo el diseño original dedicada al
Libertador. Asentada en los terrenos
donde estuvo la única plaza de toros de la ciudad, sus dimensiones fueron variando
en esta zona que se conocía como “La meseta del Retiro”. Aquí también
funcionó un polvorín de la milicia, fue asiento de diversos regimientos y se
desarrollaron importantes acontecimientos durante las invasiones inglesas de
1806 y 1807. Precisamente después de estas batallas, el Cabildo de Buenos Aires
decidió nombrar al lugar como “Campo de
la Gloria”. Finalmente fue el lugar de nacimiento y entrenamiento del Regimiento de Granaderos, base del ejército
libertador del general San Martín.
En 1860, diez
años después de la muerte de San Martín, las autoridades consideraron
pertinente dedicar un lugar al libertador. Entonces se convocó el primer
concurso de ideas para el diseño de la plaza pública. Desde esa fecha a la
actualidad, la plaza ha ido cambiando su aspecto y extensión según la
iniciativa de los gobiernos de
turno de la ciudad. Los problemas de circulación, en una zona muy
congestionada de tránsito, indujo a las autoridades a liberar ese tramo de la
calle Maipú. Luego, por cuestiones de seguridad durante las ofrendas al
libertador por parte de los visitantes ilustres al país, se la cerró
parcialmente. Hoy, nuevamente está disponible a la circulación, razón por la
cual, este extremo norte de la plaza, queda como un apartado. Aparece ante el
ciudadano como un lugar sin nombre y que todos han calificado como “¡Ahí… Frente a la Cancillería”.
***
Esta crónica fue realizada con material informativo propio y la enciclopedia Wikipedia, como así también el portal Arcón de Buenos Aires.
Fotos sarmiento.cms
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