Apuntes con historia de uno de los lugares más exclusivos de Buenos Aires
Fue la obra de
ingeniería más importante de su tiempo. Apenas estuvo en funcionamiento unos
pocos años. Como las ilusiones de los que llegaron. A comienzos del siglo XX
Argentina sonaba en el mundo como “la
tierra prometida”, algo que el tiempo se encargaría de contradecir. Pero a
este puerto que funcionó entre 1889 y 1919, llegaron millones de personas con la
esperanza de conseguir un futuro mejor para ellos y sus hijos. Este lugar no es
hoy una zona portuaria ni de estiba
industrial. Es una zona elegante de la gastronomía de Buenos Aires. Pero al
caer la noche, cuando se encienden las farolas de los muelles, se confunden las
voces festivas de hoy con la melancolía de las voces pasadas que tuvieron aquí
su primera (y tal única) alegría al llegar a Argentina, escapando de la pobreza
y de la guerra.
Puerto Madero
tiene dos dársenas (norte y sur), 4 diques, 8 muelles, 16 depósitos de hierro y
madera unos, de hormigón otros, pero todos recubiertos por ladrillos
borravino, dándoles una estética
británica. Frente a cada depósito se instalaron dos grúas Armstrong
& Mitchell para las tareas de estiba de
los barcos que llegan al puerto de Buenos Aires. La dársena Norte fue
reservada a los buques de pasajeros, que llegaban cargados de inmigrantes que
llegaban con la ilusión de “hacer la
América“. Hacia el 1900, la ciudad
de Buenos Aires tenía más inmigrantes
que habitantes nativos.
En 1882 el
gobierno del Presidente Julio Argentino Roca,
le encargó al comerciante de Buenos Aires, Eduardo Madero, que se
encargara de diseñar y construir una nueva terminal, porque el antiguo y
original puerto de La Boca del Riachuelo, no era adecuado a los nuevos tiempos
y había colapsado por la llegada masiva de inmigrantes y por el aumento del
comercio internacional de Argentina. Pero dice un refrán español que “las cosas de palacio van despacio”. Y
vaya si se tomaron su tiempo, que el nuevo y primer gran puerto de la ciudad,
se empezó a construir en 1887 y se inauguró en 1889 la primera parte y en 1890
la segunda.
El puerto
permanecía activo hasta 1919, cuando fue inaugurado el Puerto Nuevo, una obra de ingeniería sencilla pero eficaz, que aún
hoy está en funcionamiento. Estuvo a cargo del Ingeniero Luis Huergo. Pero ya
en 1909 había sido superada su capacidad para absorber el crecimiento económico
de Argentina y el desarrollo tecnológico de los nuevos barcos con mayor porte.
En 1989, cien
años después de su inauguración, se formó la Corporación Puerto Madero con
participaciones iguales entre el gobierno nacional y municipal. Luego se
incorporaría el capital privado, haciendo de esta corporación una entidad mixta
para el desarrollo urbanístico de la
costa sur este de la ciudad de Buenos Aires.
En 1991 se aprobó
el master plan para el desarrollo urbanístico de las 170 hectáreas que
conforman hoy uno de los barrios más caros y exclusivos de la ciudad. El
proyecto fue realizado “un equipo formado
por los arquitectos Juan Manuel Borthagaray, Cristian Carnicer, Pablo Doval,
Enrique García Espil, Mariana Leidemann, Carlos Marré, Rómulo Pérez, Antonio
Tufaro y Eugenio Xaus. La realización de dicho plan significó la mayor obra de
su tipo jamás realizada en Buenos Aires, con una inversión total por parte del
Estado de cerca de 1000 millones de dólares”, según consigna la enciclopedia Wikipedia.
Entre 1994 y 1996,
el desarrollo urbanístico de la zona fue a toda velocidad. Los estudios de
arquitectura competían en características de diseño y en modelos de restauración
y acondicionamiento de los antiguos almacenes o dock del lado oeste de los
muelles. Tras un freno obligado durante la crisis de la economía argentina
entre 1998 y 2003, vuelve a tomar impulso. Y para el final de la primera década
de este siglo, ya alcanza su configuración definitiva.
Puerto Madero es
un lugar raro. Por su espacio, por el
silencio, el contacto con los pájaros durante el día, por la amplitud del cielo
durante la noche. Aquí se recupera la visión en perspectiva. Los habitantes de
la ciudad recuperan su relación con el
cielo y las estrellas en magnitud. Si uno se coloca en cualquier de los puentes
del extremo norte o sur, entonces una
visión tan amplia de la ciudad como no podría ser en otro sitio.
Por la noche, la
iluminación de los muelles y las difusas luces de los bares y restaurantes, parecen puntos de gura de un dibujo imaginario.
Fotos El Jinete Imaginario
Fotos El Jinete Imaginario
NOTA: Este trabajo se realizo con información de la enciclopedia Wikipedia. Aquí pueden consultar la página de referencia para ampliar detalles y precisiones.
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