sábado, 19 de octubre de 2019

VIBRACIONES DE VOCES EN LA HISTORIA


Tres imágenes nocturnas de un día laboral, tres miradas en la noche sobre este punto sensible de la arquitectura social de Argentina. La Plaza de Mayo.










La Plaza de Mayo siempre está llena de gente, aunque sea de noche y esté vacía. Este recinto que no alcanza a dos hectáreas, es el centro del sistema nervioso de los argentinos. Aquí han pasado muchas cosas. Y las voces de entonces siguen vibrando bajo luz de sus farolas antiguas. El silencio en esta plaza es denso, acogedor y cargado de memoria. La memoria de los argentinos. La  arquitectura  institucional de su entorno no convierte el espacio en ceremonial. Son las voces que se fueron, vuelven y se van en un agitado deambular por la historia. Mañana, desde el amanecer, todos esos ruidos, cantos, bailes, reclamos, protestas,  luchas, batallas, derrotas  y avances en el encuentro de la sociedad argentina, se irán para dejar  el lugar a la velocidad del nuevo día, de los nuevos  tiempos.




El espacio de los reclamos.

Al fondo, una imagen de lo que queda del Cabildo original de Buenos Aires. Frente  a  esos balcones de madera,  los argentinos de entonces hicieron sus primeros reclamos. El más famoso de todos,  es la movilización de vecinos el 22 de mayo de 1810 que dejó una frase para la historia; “El pueblo quiere saber de qué se trata”. Fue el pedido generalizado de quienes estaban esa mañana frente al Cabildo, donde se desarrollaba un Cabildo Abierto  para resolver el futuro gobierno de la colonia, ante la caída de la monarquía española  a manos de las tropas de Napoleón. Como se  sabe,  ese Cabildo Abierto fue el preámbulo de la Revolución de  Mayo tres días después, que marca el comienzo de la  vida independiente de Argentina.
Los líderes callejeros de ese día fueron Domingo French y Antonio Beruti y quienes estaban en la calle se los denominó “Chisperos”. Ambos vivían a pocas cuadras de esta plaza. Y los dos terminaron formado parte de los ejércitos de la independencia y posteriormente a la política. Se les atribuye  la creación de la escarapela nacional. Una distinción que repartían en la plaza los Chisperos  para identificar  a quienes estaban a favor de un gobierno independiente. La escarapela celeste y blanca  luego fue adoptada por Manuel Belgrano como parte del uniforme de sus tropas acantonadas en Rosario, el lugar donde creó la bandera nacional con los mismos colores.
Todo ese bullicio de entonces, marcó para siempre el destino de esta plaza. Todos los grandes movimientos sociales nacieron o tuvieron su bautismo de presentación en este rectángulo de 2 hectáreas, desde el peronismo hasta  el radicalismo. Pero antes, fue el lugar de concentración de anarquistas y socialistas en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, cuando peleaban por las ocho horas laborales, descanso semanal, aguinaldo y vacaciones. La plaza no solo albergó esos reclamos, sino que es el punto que marca la temperatura del humor nacional.



La Plaza de Mayo siempre fue un faro. 

Un faro o un mojón. Fue punto de encuentro, zona de litigios, área de reclamos, espacio de celebraciones, punto de felices saludos triunfales. La Plaza de Mayo es ese lugar extraño que de ser una gran explanada que separaba el fuerte del cabildo y albergaba el único mercado de la  ciudad (en tiempo de la colonia) a ser centro político, social y económico de Argentina. La  Plaza de Mayo es el nervio sensible del país, es el corazón de las decisiones. Es el faro de las emociones.
En la imagen,  una de las dos fuentes de agua de la plaza, las palmeras  yatay en penumbra y la Casa Rosada al fondo. Estas fuentes no son las originales. En tiempo de la colonia y primeros años tras la independencia, en el lugar que ocupan estaba la Recova. Un edificio que dividía la plaza por la mitad con una línea de cuarenta locales. La mitad de ellos mirando hacia el este y el resto al oeste. Era el mercado de la ciudad desde el año 1803.
En 1856, el pintor Prilidiano Pueyrredón  rediseñó el espacio y lo convirtió en un espacio verde con jardines, bancos y suelo de ladrillo y argamasa. Y en 1870 se instalaron las dos primeras fuentes. Esas  obras de la fundición  francesa Du Vall D´Osne están ahora en la esquina de la Avenida 9 de Julio y Córdoba.   Las actuales son más pequeñas y  seguramente  más funcionales para resistir las concentraciones masivas que este  lugar recibe casi todos los meses del año. Ya saben, Argentina es un país donde la palabra Crisis está a la orden del día.  

Imágenes El Jinete imaginario/César Manuel Sarmiento

En instagram: @eljineteimagianrio
En You Tube:  El Jinete Imaginario


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