lunes, 16 de julio de 2018

BUENOS AIRES, CIELO Y NAVÍO


Un Encuentro Internacional de Grandes Veleros en el Puerto de Buenos Aires. Fue en el año 2010, en ocasión del Bicentenario de la Revolución de Mayo, que dio origen al primer gobierno patrio de Argentina. Todos esos grandes veleros se corresponden en rigor, a buques escuela o de formación de oficiales de las armadas de diversos países. Así que ahí se pudo ver a las fragatas Libertad de Argentina, Juan Sebastián Elcano de España, Esperanza de Chile, Simón Bolívar de Venezuela, Gloria de Colombia, Capitán Miranda de Uruguay o Cuauhtémoc de México. Desde la punta del espigón norte de la Dársena Norte del viejo Puerto Madero se pueden tener una buena vista del atardecer porteño.



El puerto de  Buenos Aires está ubicado en un lugar cuyas características son las peores para construir un puerto. Es algo así como un No Puerto que se mantiene en base a dragados permanentes que barren el limo del fondo del lecho para evitar que se formen bancos de arena y barro. El canal principal del Río de la Plata está del lado que corresponde a la República Oriental del Uruguay, es decir al norte. Una distancia de varios kilómetros de Buenos Aires. Porque como saben, este río es un enorme estuario que comienza en la unión o desembocadura de los ríos Uruguay y  Paraná, que traen las aguas del noreste y Mesopotamia argentina. Zona húmeda, de gran vegetación y cuyos ríos se caracterizan por el abundante  limo que arrastran en su circulación.

El Río de la Plata del lado de la ciudad de Buenos Aires, tiene escasa profundidad. En verdad es la continuación de la enorme planicie pampeana o bonaerense (como prefieran) que se sumerge. Si  no se dragara, las playas lacustres de la ciudad podrían tener varios kilómetros río adentro. El ancho del río es variable, según avanza en dirección al océano Atlántico. En el comienzo es de 25 km y en su desembocadura llega a los 209 km. No es un río normal. Es el más ancho del mundo. Tiene una extensión relativamente corta para ser uno de los ríos más grandes del mundo. Solo 320 km de largo, pero cubre (debido a su ancho) una superficie similar a Bélgica. Para muchos geógrafos, este no es un río, sino un golfo o un  mar marginal del Atlántico. Pero de mar tiene poco ya su salinidad es apenas una quinta parte de la normal en los mares. Y se debe fundamentalmente al reflujo permanente entre el agua dulce que recibe y la introducción de las corrientes marinas en su cauce.

Pero como decía, el principal problema para instalar un puerto en la margen sur (donde fue fundada Buenos Aires) son los sedimentos que arrastra. Cada año, son transportados hasta su cauce unos 160 millones de toneladas de sedimentos, que están compuestos por limo (56%), arcilla (28%) y arena (16%). De toda esa carga, el 90% viaja en suspensión. Y a todo eso hay que agregarle que, en el propio fondo del cauce, se arrastran unos 15 millones de toneladas de arena gruesa. Por todo eso, hay que dragar en forma constante el río para poder darle profundidad al puerto y poder recibir los barcos que ilustran esta nota.



El Puerto siempre fue un problema


Nunca sabremos por qué Pedro de Mendoza en 1536 y Juan de Garay en 1580 (las dos fundaciones de Buenos Aires) decidieron instalar el asentamiento en un lugar a donde para llegar,  debían remar varios kilómetros en sus botes y chalupas, desde los navíos hasta la costa. No lo de dejaron escrito. Así que podríamos suponer que se vieron seducidos por el abrigo que les podía dar la desembocadura del Riachuelo en el Río de la Plata y la barranca de Santa Catalina (hoy Parque Lezama y los Altos de San Telmo). Pero desde su nacimiento, la ciudad no tuvo puerto adecuado para que los barcos pudieran cargar y descargar sus mercancías. Mucho menos pasajeros.
Cincuenta años después de la independencia argentina, la ciudad construyó lo que podría llamarse el primer puerto. En 1860 se colocaron dos largos muelles que se introducían en el río. Uno para pasajeros y otro para carga. El primero se encontraba a la altura de la actual calle Sarmiento y el segundo, detrás de la Casa Rosada. Este, era casi una extensión del edificio semicircular de la Aduana construida por el ingeniero Edward Taylor en 1857.

Esta construcción efectiva pero limitada, fue rápidamente superada por el desarrollo agroexportador de la Argentina del último cuarto del siglo XIX. En 1882, el presidente Julio A Roca le encargó al comerciante Eduardo Madero (sobrino de su vicepresidente) la tarea de construir un nuevo puerto. El proyecto de Madero en realidad era del estudio de ingenieros Hawkshaw, Son & Hayter, una empresa británica. El puerto resultó ser una serie de diques (4 en total) con dos dársenas,  una en cada extremo. Pero el sistema presentó graves problemas desde su comienzo. El limo que arrastra el río provocaba que esos diques se quedaran sin calado rápidamente. Y los barcos de carga no podías ingresar porque encallaban. En pocos años, este puerto fue reemplazado por la propuesta del ingeniero Luis A Huergo (primero en lograr ese título en Argentina y primer presidente de la Sociedad Científica Argentina) que en lugar de diques, estaba formado por una 7 dársenas colocadas en forma perpendicular a la costa, con una escollera que lo recorría longitudinalmente en forma paralela. El proyecto de Huergo, era precisamente el que había perdido el concurso en favor de la propuesta de Madero. Ese es el puerto que hoy permanece activo y que se lo conoce vulgarmente como Puerto Nuevo, a   pesar del siglo de existencia.



El viejo puerto o Puerto Madero (como se lo conoce hoy) quedó activo solo en los muelles. Sus amplios depósitos albergaron despachos de correos, aduana y varias empresas exportadores. Pero los barcos amarraban en el Puerto Nuevo. Hoy, toda esa zona es un barrio de viviendas residenciales, oficinas, restaurantes y negocios de alto nivel. Puerto Madero es uno de las principales zonas  turísticas de la ciudad. Lo único que quedó activo desde su construcción,   fueron las dársenas Sur y Norte. En esta última es precisamente donde amarraron los 15 grandes veleros (pertenecientes en su totalidad a las armadas de sus respectivos países) que se dieron cita en Buenos Aires,  en el mes de mayo de 2010, para celebrar los 200 años de la primera proclama revolucionaria y de independencia de Argentina. La razón por la que la amarra se hizo ahí y no en otro lado, es que la Darse Norte del viejo Puerto Madero es la “casa” del buque insignia de la Armada Argentina, la fragata Libertad. En el Apostadero Naval Dársena Norte está el comando en tierra del buque escuela donde se cursa el último año de la carrera de oficiales, generalmente con un viaje transoceánico que suele ser una vuelta al mundo.  

Fotos ©sarmiento-cms



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