viernes, 8 de enero de 2016

MUSEO DE ARTE DE TIGRE

Ahora funciona el Museo de Arte de Tigre que contiene importantes colecciones de arte moderno latinoamericano.  La fama de este edificio,  de estilo academicista ítalo-francés, se debe a que  fue la sede del Tigre Club y su casino; ambos contiguos al Tigre Hotel, lugares que concentraban la vida social, y deportiva de la clase alta de Buenos Aires, en la primera mitad del siglo XX. Está ubicado en la costanera del río Lujan, en el Paseo Victorica 972 de la localidad de Tigre, a 32 km de la capital argentina.




Al final, los acontecimientos hicieron que este lugar se convirtiera en un museo de importancia por las colecciones de arte latinoamericano contemporáneo que alberga. El ahora Museo de Arte de Tigre es uno de los edificios más característicos de una época y estilo de vida de Buenos Aires. Aunque situado en la localidad de Tigre, a 32 km de la capital argentina, fue en otro tiempo, un punto neurálgico de la vida social y deportiva de los sectores más acomodados. 

Todo comenzó en la última década del siglo XIX. El 12 de febrero de 1890 se inauguró el Tigre Hotel, un sitio que en poco tiempo se convirtió es el lugar clave para reuniones, fiestas y descanso de la clase alta de Buenos Aires. Por esos años, la confluencia de los ríos Tigre y Lujan, que posteriormente desaguan en el Delta del río Paraná, era el sitio predilecto y  excluyente de la burguesía porteña para la práctica de los deportes náuticos. Y dos décadas después de la apertura del hotel, un grupo de empresarios y hacendados se planteó la alternativa de fundar un club con instalaciones adecuadas para la práctica del golf, el tenis, el cricket, el remo y la navegación a vela.

La idea comenzó a tomar forma cuando en 1909 decidieron asociarse los empresarios Emilio Mitre, Luis García y Ernesto Tornquist. La decisión fue construir un edificio vecino al Tigre Hotel, ya que este concentraba en la época la mayor parte de la vida social. También se contemplaba reservar un espacio para el juego, pero eso no se concretó hasta 1927, cuando se instaló el casino. En 1910 quedó constituida la Sociedad Anónima Tigre Club y decidieron la construcción de la obra bajo la dirección y proyecto de la firma Louis Dubois y Paul Pater.



Como casi todas las obras de esa época encargadas a arquitectos europeos, el edificio tiene características propias del eclecticismo academicista; en este caso de estilo ítalo-francés. Ambos constructores se habían formado en L´Ecole des Beaux Arts de París. El cuerpo principal del edificio tiene dos plantas. En toda la construcción abundan las columnas dóricas simples, las semi columnas, pilastras, arquerías y motivos ornamentales de palmeras, guirnaldas de flores, hojas de laurel como emblema de gloria y hojas de encina como símbolo de fuerza. 

En los extremos del edificio central, se levantan desde el primer piso, dos torres redondas que se rematan en cúpulas bulbosas, con un coronamiento de hierro y aguja final.  Sobre el techo armado en mansarda con tejas grises de zinc, se alza un mirador de forma hexagonal con remate de las mismas características que las torres laterales.

En el interior del edificio, la decoración fue reforzada con obras de arte de cierta envergadura e incorporadas a la construcción. Son ejemplos de ello el marouflage del pintor español Julio Vila-Prades en la bóveda oval del primer piso, en el que un grupo de ninfas interpretan melodías con sus diferentes instrumentos, o la escultura de bronce burilado de la fundición Fonderies Du Val Dósne de París. Entre 1912 y 1913 se construyó la pasarela que llega al río, formando un conjunto estético más que destacable, y armando una estructura compleja de gran vistosidad.

El Tigre Hotel y el Tigre Club  tuvieron su esplendor hacia mediados del siglo XX.  En sus salones se desarrollaban las reuniones y bailes más importantes de la burguesía porteña. Artistas como Juan D'Arienzo, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, La Jazz Casino, Feliciano Brunelli y  Oscar Alemán eran músicos habituales. En 1927 se incorporó el casino con 25 mesas de ruleta y  punto y banca. Todo acrecentaba la fama en este lugar. A tal punto, que la película “Gilda” – con Glenn Ford y Rita Hayworth – fue localizada en este lugar, aunque en este edificio no se filmara ni un segundo para ese film. Fue simplemente una licencia narrativa de los guionistas  Jo Eissinger, A. Ellington y Maraion Parsonnet, situar ese drama en este edificio.



En 1939, el Tigre Hotel cerraba sus puestas definitivamente, luego de una extendida decadencia. Un año después, en confusas circunstancias, un incendio devoró la estructura del edificio y luego de la demolición, el predio quedó abandonado. En su esplendor, el Tigre Hotel estuvo compuesto por un edificio cuatro plantas (planta baja y tres pisos). La  fachada tenía un gran trabajo de madera. El conjunto era rematado por un coronamiento compuesto de un mirador y una torre. Tenía paneles tallados, grandes espejos embutidos y salones con suntuosa decoración. Había un ascensor, que era único en la zona, y calefacción en todos los ambientes. Las habitaciones del hotel estaban bien orientadas y poseía una terraza al frente a la que se accedía mediante una escalinata de mármol. En la planta baja, había un gran salón comedor con capacidad para doscientas personas, un salón para damas y confitería y contaba con salones de billar. Asimismo, había canchas de tenis, cricket, y pista de patinaje. Con el tiempo se construyó un espacioso garaje para los automóviles de los huéspedes.

En 1958, el fondo de comercio a nombre de Diego de la Sota, quien regenteaba las actividades del Tigre Club, tuvo diversas dificultades económicas. Desde esa fecha en adelante, el lugar es ocupado por diversas dependencias de la Gendarmería Nacional. Y en 1974, mediante una ordenanza municipal, el edificio es expropiado y pasa a dominio comunal.

En 1979, todo el lugar es declarado Monumento Histórico Nacional.  En 1983, en el terreno baldío,  donde había estado el Tigre Hotel, se construyó el actual Concejo Deliberante municipal y parte del predio es utilizado como parque del  edifico que hoy alberga al museo. En 1990 un equipo de profesionales empezó los estudios para la recuperación del edificio. En 1998, bajo la dirección de obra del arquitecto Hugo Maciñeiras y el arquitecto Héctor Rubén Otero, a cargo del equipo de restauración, comienzan los trabajos,  que concluyen en el 2006, cuando se inaugura oficialmente el Museo de Arte de Tigre.

El informe sobre la restauración del edificio de la dirección del museo explica algunos de esos trabajos:

“En la restauración se resolvieron problemas tales como oxidación de la estructura metálica de las columnas, revoque de piedra París, copia y reemplazo de lo perdido, limpieza, sellado y repavimentación con amplias superficies de tejas de zinc cambiadas y pináculos hechos a nuevo total o parcialmente.  De la pasarela se retiraron 100.000 baldosas hexagonales originales de mármol de Carrara; se pulieron una por una y, previa restauración de la losa, se volvieron a colocar, luego de un trabajo que llevó dos años.”

“Recién, en la última etapa, los trabajos estuvieron orientados a los interiores con reintegración de dorados y recuperación del estuco original en las columnas. Se buscaron los tonos más parecidos para reponer artesanalmente los faltantes de las veinte columnas dóricas de los salones, que tenían cuatro capas de pintura y enduido. Los pisos de roble de Eslavonia fueron recuperados y las partes ausentes reemplazados, pero con madera de tono más claro como criterio de restauración que no enmascara la historia sino que la resalta. La magnificente escalera de mármol de Carrara debió ser desmontada por partes, las que luego fueron recolocadas, para reemplazar la estructura metálica. De tramo central hasta el entrepiso y repartida en dos secciones a ambos lados con pasamanos de bronce es acompañada por una gran  ventana de vitrales  íntegramente recuperados manteniendo aún los colores originales.”

“Accediendo al primer piso nos encontramos con el salón oval, iluminado por una araña de 1500 kilos de bronces y caireles de cristal de roca. Sin necesidad de subir mucho la vista, circundando la bóveda, impacta una pintura sobre seda natural (maruflage) ejecutada por Julio Vila-Prades y restaurada por el especialista Marcelo Magadan.”


Para la esta nota se ha usado material de las  siguientes fuentes:

Libro-catálogo “Museo de Arte Tigre. Su historia. Su colección” (2010); disponible en el Museo de Arte Tigre para su adquisición.


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