Buenos Aires no es una ciudad que se caracterice por el muralismo. Pero desde hace unos años, los murales, el graffiti y al arte callejero o “street art”, han encontrado espacio y estimación entre sus habitantes. Nuevos creadores se han incorporado, ganado espacio en una ciudad que combina el arte con su mejor tradición arquitectónica. Aquí una vista general de este fenómeno, pasando por los murales del Subterráneo de Buenos Aires, las Galerías Pacífico, la Galería Santa Fe, el muralismo combativo de Ricardo Carpani y el Grupo Espartaco o la temática social en el arte mural de Quinquela Martín en La Boca.
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Mural de Martín Ron y Nase en la esquina de Scalabrini Ortiz y Soler del barrio de Palermo, en Buenos Aires |
El efecto sobre el espectador, la interacción de la obra con
su entorno, las posibles reacciones de los observadores y otras preocupaciones
por el estilo, han marcado desde siempre la obra de los artistas. En ese
contexto, el mural es una disciplina que busca dejar el caballete, el taller y
sus paredes, la galería y sus focos, para instalarse en medio del espacio
público.
En la ciudad de Buenos Aires, en el comienzo de las
expresiones artísticas murales, ese espacio público estuvo restringido a las
iglesias. Luego le siguieron las cúpulas de los grandes teatros o cines, las
entradas y vestíbulos de los edificios, las galerías comerciales y
especialmente las nuevas estaciones del transporte subterráneo. Más tarde, el
mural empezó a tener un lugar destacado en las paredes de las calles o en las
alturas de las medianeras de los edificios. Al final, la fachada de muchas
casas son decoradas con murales temáticos o expresiones libres. Así, Buenos
Aires, que no es una ciudad con la tradición muralista de México – por ejemplo
– está teniendo una progresión significativa de esta manifestación artística.
Al mismo tiempo, junto a ese impulso, se produce una revalorización de los
murales existentes y que por diversas razones fueron condenados al olvido.