El Jinete Imaginario: ÁRBOLES DE BUENOS AIRES: LA MAGNOLIA

Buenos Aires es una de las ciudades sudamericanas que se caracteriza por su variado y destacable patrimonio arquitectónico y paisajístico. La ciudad es como un muestrario de estilos. Fue obra de sucesivas generaciones. Pero en el paisaje, es central la figura de Carlos Thays. Diseñó los principales espacios verdes y recuperó la flora autóctona como elemento ornamental y aclimatador de la ciudad. Eligió especies con floraciones amarillas, violetas, rojas, fucsia y blancas para que contrastaran con el verde intenso de las hojas. En ese conjunto se destacan el ceibo, el lapacho, el jacarandá, el ñandubay o palo borracho, la tipa, el ombú, los plátanos, los tilos, arces y fresnos, como así también los diferentes tipos de acacias. En este caso les presento LA MAGNOLIA.

Magnolia grandiflora, magnolia común o simplemente Magnolia. Esa es la especie que hay en Buenos Aires. Una de las 120 que componen este género botánico, originario del sudeste de Estados Unidos y luego extendido por Méjico, el Caribe y resto de América. Evolucionó antes que aparecieran las abejas y desarrolló una flor que pudiera ser polinizada por escarabajos, de ahí la dureza de los carpelos y tépalos. Se han encontrado muestras fosilizadas de Magnlia acuminata con 20 millones de años. Es un árbol siempre verde, de hasta 28 metros de altura. Las hojas son simples y ovales de 12 a 20 cm de longitud y de 6 a 12 cm de ancho. Las flores son grandes, con mucha fragancia y de color blanco alcanzando los 30 cm con 6-12 pétalos de textura cerosa. El nombre responde al botánico francés Pierre Magnol y Garndiflora es un epíteto latino por “flores grandes”.

Es un árbol siempre verde (perennifolio) que alcanza los 28 metros de altura, aunque algunas variedades son más pequeñas. Es de crecimiento lento y vegeta mejor en suelos frescos y profundos, húmedos, bajos en caliza y con buen drenaje. La copa es amplia, densa y oscura. El tronco es corto, fisurado, de color marrón grisáceo oscuro.

Las hojas, de 12 a 20 cm de largo y de 7 a 10 cm de ancho, son elípticas u oblongo-ovadas, con el ápice agudo, la base redondeada o en forma de cuña y los márgenes ligeramente ondulados. Son coriáceas, con el nervio central prominente, el haz verde oscuro brillante y el envés tomentoso (recubierto de una especie de pelusa) ferruginoso. Son alternas y aparecen en grupos terminales.

Las flores están situadas sobre pedicelos tomentosos, erguidas, solitarias, de gran tamaño. Poseen 6-12 pétalos estrechados en la base, en posición helicoidal, de color blanco, y 3 sépalos de aspecto petaloide. Androceo con numerosos estambres dispuestos en espiral, filamentos purpúreos. Carpelos numerosos, libres, dispuestos helicoidalmente. Son perfumadas y muy visitadas por las abejas. Aparecen sobre el árbol a finales de primavera o principios de verano. Cada flor en particular es muy poco duradera, pero dada la abundancia de flores que aparecen en tiempos sucesivos, el árbol permanece florido durante largo tiempo.

Los frutos, de 10 cm de longitud, son en realidad un conjunto de folículos agrupados en una estructura leñosa. Tienen forma de piña ovalada cubierta de una fina pubescencia de color verde claro cambiando a marrón claro con la maduración. Las semillas, aplanadas y rojas, miden de 1 a 1,3 cm de longitud.

Es uno de los árboles más apreciados en jardinería por su elegancia y por sus vistosas y olorosas flores. En 1680, unos monjes misioneros descubrieron al primera especie, Magnolia virginiana, y en 1726, el coleccionista Mark Catesby, llevó a Inglaterra un ejemplar de Magnolia grandiflora.

Tanto el magnolio como su flor, la magnolia, están muy vinculados simbólicamente con el sur de los Estados Unidos: el magnolio es el árbol nacional del estado de Misisipi y la magnolia fue el emblema del ejército confederado durante la Guerra Civil Americana (1861-1865) y actualmente es la flor nacional de los estados de Luisiana y Misisipi.